27.1.05

Las voces negativas

Tomado de Seikyo Criollo Octubre 1999

Una vez que tomamos la resolución de triunfar ante una oportunidad maravillosa tenemos que proteger nuestro mundo interior subjetivo de los ataques o las suaves insinuaciones de las voces negativas. Si somos susceptibles a pensamientos como: “nada va a cambiar, siempre va a ser lo mismo”(tomando en cuenta que la mayoría lo somos hasta que logramos ser lo suficientemente fuertes en nuestro interior como para desviarlos automáticamente) los oímos y les permitimos que nos influencien. Mientras más los oímos, más erosionan nuestra oración. Así, internamente empezamos a reemplazar nuestra oración. En cierto momento comenzamos a estar de acuerdo con las voces negativas ya acuerdo con las voces negativas ya que eso es lo que hemos hecho toda nuestra vida.

En ese punto nuestra oración se convierte en no triunfar. Cuando usted canta Daimoku, lo que usted siente y piensa es lo que se proyecta en el universo y como la Ley es imparcial, eso es lo que sucederá. Es, en otras palabras, como un espejo; de este modo, si aún sin saberlo, cambiamos nuestra oración, la Ley lo aceptará como lo que deseamos. La Ley no juzga nuestros deseos. Así, nuestra responsabilidad, si queremos algo, es mantener nuestra oración sin permitir que las voces negativas nos desanimen. De lo contrario, empezamos a ceder y antes de que nos demos cuenta hemos renunciado a nuestra oración.

Una vez que tomamos una resolución no debemos ceder. Budismo es victoria o derrota; no ceda, ceder es lo que ha hecho toda la vida. De esta forma, tome su resolución y cante Daimoku por ello. Nuestra responsabilidad es mantener la oración sin ser arrastrados interna o externamente por nuestras limitaciones. Es muy importante cantar Daimoku cada mañana para manifestar la Budeidad. Este es el punto fundamental, porque si no manifestamos la Budeidad tampoco podremos tener mucho efecto sobre nuestras oraciones. Si no entendemos este punto pasamos todo el tiempo entonando Daimoku sólo por lo que queremos.

Algo que es también muy importante es el concepto que tenemos de la naturaleza de Buda. Nuestra vida es Buda. Todo lo que nace en este mundo es Buda. No debemos permitirnos pensar en la naturaleza de Buda como algo que esta fuera de nosotros. Esta naturaleza es una e inseparable con nuestra vida. Si bien el Gojonzon es un objeto externo, es un catalizador que extrae nuestra Budeidad de las profundidades de nuestras vidas. La Budeidad dentro de nosotros y la que corporifica el Gojonzon son la misma realidad. Lucen como dos cosas separadas, pero ambas son la eterna e incambiable verdad del Buda, que a su vez es la vida misma. Usted es Buda, ahora, en este preciso momento.

Cuando usted empiece a darse cuenta de ello podrá comenzar a apreciar y reconocer la dignidad, el poder y los aspectos ilimitados de su vida. Esto significa que usted es el Buda a cargo de su propia vida, nadie más, así que usted puede hacer de ella lo que usted quiera, no lo que el ambiente quiere que sea. Cuando usted se da cuenta de que su vida es Buda y lo transfiere a un sentimiento, eso es Ichinen Sanzen. En consecuencia, usted puede sacar su poder para transformar y crear la tierra del Buda ahí donde usted está parado en este preciso instante, no en ningún otro lugar.

El pasado es sólo un sueño, no importa cuán bueno o malo; el futuro no es más que una imaginación, no tiene existencia en si mismo. La esencia de la vida es eterna e incambiable, mientras más se de cuenta de que su vida es Buda mayor convicción tendrá en su Daimoku. El Buda apareció, para permitir a la gente abrir el palacio de su propia iluminación y sabiduría. Si no entendemos esto, somos como mendigos cuando cantamos Daimoku y en cierto momento el Gojonzon cesará de responder nuestras oraciones porque si seguimos así no podemos obtener la Iluminación. En ese caso no estamos entendiendo nada. Lo que usted siente por el Gojonzon es lo que usted puede sentir por el Gojonzon viviente dentro de usted.

El Budismo es vertical: el momento presente es infinito, ilimitado y eterno. Así, llega un punto en el cual usted tiene que empezar a trabajar conscientemente por su iluminación, no puede simplemente dejarse llevar por la corriente. Usted puede practicar toda su vida y aun así ver este punto de la manera incorrecta. Sin embargo, al estar consciente y atento puede entonces percibir la naturaleza de su propia vida. Si usted no puede darse cuenta de ello, cada vez que aparece un problema usted sufre, se siente impotente y sin esperanza. Pero cuando usted se da cuenta de que su vida es Buda, cada vez que viene un problema lo que se produce es una gran confianza y convicción:”Debido a que mi vida es Buda yo puedo transformar esto en un gran beneficio”.

Sólo cuando usted pueda profundizar su convicción de que su vida es la entidad del Buda, tal y como es ahora (no cuando se transforme en una suerte de ser perfecto), no sentirá temor ni ansiedad cuando tenga un problema, sino que pensara que es otra oportunidad para transformar la situación en un gran beneficio y cambiar el sufrimiento en alegría.

Optimista supremo es aquel que no teme al futuro ni se arrepiente de su pasado. Su vida es Buda y puede así transformar cualquier cosa y hacer que cualquier situación manifieste su Budeidad latente. Así, inclusive en una situación de infierno puede hacer que su convicción haga manifestar la Budeidad innata en esa situación, ya que usted sabe que es un Buda.

¿Qué actitud debo tomar?

Tomado de Argentina Seikyo de un extracto de Seikatsu to shinko - La religión en la vida cotidiana -
Publicado en Seikyio Criollo Noviembre 1999


Pregunta: Aunque mi hijo nació después de que nosotros abrazáramos el Budismo, él no quiere practicar ¿qué actitud debo tomar?

Respuesta:
Nichiren Daishonin le dijo lo siguiente a Shijo Kingo, cuando la primera hija de éste estaba por nacer: “Tanto usted como su esposa son practicantes del Sutra de Loto. Este es un gran acontecimiento, pues nacerá un sucesor, quien continuará con la propagación del Sutra de Loto”1. Sin embargo, hoy en día, muchos padres se sienten preocupados porque sus hijos no practican. Es importante que los hijos abracen la fe en el Budismo, pero es un grave error obligarlos en ese sentido.

Con frecuencia, muchos padres suelen ponerse insistentes: “¡Tienes que hacer Daimoku!” “¡Tienes que ir a la reunión!” “¡Tienes que estudiar!” Decirles: “Tienes que hacer esto o lo otro” es obligarlos. Esto es cierto no sólo en cuanto a la práctica, sino respecto al estudio, el trabajo o el ejercicio deportivo; todo aquello que se impone se transforma en una carga pesada e insoportable. Por más que los hijos deban hacer algo por su bien si no lo realizan con gusto, no habrá buenos resultados. Un Gonguio impuesto por los padres no constituye una práctica correcta; por lo tanto, no habrá beneficio alguno. Así, el joven o el niño detestarán la práctica e incluso, pensarán: “no me pasa nada bueno, por más que practique” comenzarán a dudar del Gojonzon.

Antes que imponerles la práctica, sería más importante enseñarles para qué la llevamos a cabo. Una vez, el presidente Ikeda le dijo a un padre que estaba muy preocupado por la práctica de su hijo: Es un error pensar que, porque se trata del hijo de uno, demostrará interés por el Budismo. Es más errado aun pensar así cuando los hijos son mayores de edad, ya que tienen sus propios pensamientos y su propia forma de vida, que debemos respetar. Si realmente desea que practique, usted mismo debe mostrarle lo maravillosa que es esta práctica, ya sea mediante su actitud en la vida cotidiana o a través de su personalidad. Ser padres respetables por los que los hijos puedan sentir un sincero orgullo.

Esa debe ser nuestra decisión. La familia es lo más cercano; por ende, no es posible engañarla. Es el más severo de todos los críticos. Un caso frecuente es el de aquella persona que realiza las actividades, pero que, al regresar al hogar, no deja de quejarse y de criticar a otros. Evidentemente, el hijo de una persona así perderá todo interés en abrazar la fe.

Los padres deben mostrar “su cambio”, “sus beneficios” y “su desarrollo”, a través de la práctica, a sus hijos y a los demás integrantes de su familia. Así, todos tomarán conciencia de lo maravilloso de la fe en el Budismo. Los niños tienen sus propios sufrimientos. Si les enseñamos que, a través de una sincera convicción en el Gojonzon, pueden encontrar solución a cualquier problema, ellos orarán para lograr sus deseos y, así, profundizarán su fe por sí solos. Asimismo, con respecto a la práctica de los hijos, el presidente Ikeda señaló: “La práctica es para toda la vida. En la edad escolar, primero está el estudio. Eso es, para los niños, la expresión del principio ‘fe es igual a la vida cotidiana. Se les debe enseñar a enfrentar los duros momentos de la vida a través de la práctica. Así decía el segundo presidente Josei Toda". Si mientras otros niños van alegres y sonrientes a la escuela, a ellos se los persigue todas las mañanas para que realicen el Gonguio, se pondrán de mal humor. Esta es una práctica para disfrutar de la vida más que nadie.

Es muy necio discutir o provocar sufrimientos innecesarios por ello. Si, ante la desesperación, generan continuamente la discordia, producirán un efecto negativo en el corazón de sus hijos, y éstos se alejarán cada vez más. Por lo tanto, lo más importante es que los padres oren por sus hijos con un profundo amor, les demuestren concretamente las maravillosas pruebas de la fe y los cubran de buena fortuna. No existe otro camino que orar, dialogar, mostrar la prueba real y lograr que sientan convicción. Cuidemos de nuestros hijos sin ansiedad, con gran amor y fe y con la convicción de que ellos, sin falta, abrazarán su misión por el Kosen Rufu.

NOTA:
1 Gosho Zenshu, pág. 1109.