6.3.05

Las cosas no andan muy bien entre mi esposo y yo.

¿Tengo que insistir en este matrimonio? ¿O debería tener en cuenta el divorcio?
Diálogo del presidente Ikeda con el Sr. Suda, Sr. Endo y el Sr. Saito, responsables del Departamento de estudio de la Soka Gakkai, tomado de las Conversaciónes Sobre el Sutra del Loto Vol. 11, capítulo, la Revolución Familiar.
Tomado de Seikyo Criollo SGIV Feb. 2004

Suda: Detestar tanto a alguien, hasta el punto de no querer ver jamás a esa persona, es experimentar el “sufrimiento de tener que estar con aquellos que uno odia”. A veces pasa que dos personas se enamoran y se casan, pero al cabo de un tiempo, no pueden soportar siquiera verse la cara. Este conflicto quizá pueda resolverse con el divorcio, pero en algunos casos es conveniente examinar el problema como parte de nuestro karma, y hacer el esfuerzo de transformar el destino de raíz.

Presidente Ikeda: Esto es algo que sólo pueden decidir las partes involucradas. Nadie tiene derecho a decirle a alguien que se divorcie o que no se separe. Y nadie puede decirle a alguien que no tiene fe porque se ha divorciado. El divorcio es una cuestión de libre albedrío. Divorciados o no, lo importante es que ambos puedan ser felices y hacer su Revolución Humana. Lo más importante en la vida es la felicidad, ya sea que alguien se case o no, que tenga hijos o no. De eso se trata la fe, porque la felicidad existe dentro de nuestra propia vida.
Nacemos solos y morimos solos. Esta existencia es para que mejoremos y transformemos nuestra vida. Por eso necesitamos considerar a aquellos que nos rodean como “buenos amigos” que nos conducen a la fe y a nuestra superación. Y tomar todo como parte de nuestra práctica budista. Alguien le preguntó una vez al presidente Toda: “Las cosas no andan muy bien entre mi esposo y yo. ¿Tengo que insistir en este matrimonio? ¿O le parece que debería tener en cuenta el divorcio?”. Y él replicó: “No puedo decirle qué hacer con respecto
a su matrimonio. No puedo decirle que se separe ni que no lo haga. Lo único que, sí, puedo sugerirle es que transforme el karma que la ha llevado a relacionarse con un esposo así, porque si no cambia este punto, aunque se divorcie, estará sujeta a repetir el mismo sufrimiento en el futuro. Y si va a tener que sufrir de todas formas, tal vez no sea demasiado tarde para hacer algo por su karma mientras dure su matrimonio actual”.1

Endo: Personalmente, creo que cuando hay hijos de por medio, los padres deberían considerar cuidadosamente qué opción elegir, ya que sus decisiones pueden exponer a los niños a cierto sufrimiento...

Saito: Presidente Ikeda, una vez alguien le hizo una pregunta, y usted respondió: “Que una pareja se divorcie
o no, es una cuestión personal, y son las dos personas las que tienen que tomar la decisión. Pero lo importante es recordar lo que enseña el Budismo: que nadie puede construir su propia felicidad a costa del sufrimiento ajeno. Esta debería ser la base para ponderar estos asuntos”.

Presidente Ikeda: Lo ideal es que los padres de un niño se lleven bien. Pero si no congenian y terminan divorciándose, eso no necesariamente significa que a los hijos les vaya mal en la vida. Hay muchos casos en que los hijos se convierten en excelentes adultos, precisamente por la adversidad que han debido pasar de niños.

Suda: También hay personas que, luego de un divorcio, vuelven a formar un nuevo matrimonio y alcanzan una felicidad inimaginable...

Presidente Ikeda: La clave está en que nos examinemos francamente con sinceridad y en que hagamos nuestra revolución humana en el sitio donde nos encontramos. Desde ese punto de vista, debemos tomar nuestras propias decisiones. Mientras tengamos una fe sólida como la roca, seremos felices sin falta. Pase lo que pase, mientras nuestra fe nos inspire a seguir avanzando hacia el logro del Kosen-rufu sin abandonar la práctica, finalmente seremos personas felices y victoriosas. Esto es lo que debemos comprender.

Suda: Entiendo...
Presidente Ikeda: Pero si alguien se divorcia, más que lamentarse melancólicamente del pasado, sería fantástico que pudiera tomar la experiencia como una valiosa lección y trabajara por el kosen-rufu con redoblado compromiso. Espero que las personas que están cerca de alguien en esta situación brinden cálido apoyo. Y también espero que las personas que se han quedado solas a cargo de un hogar no se sientan alejadas del resto del mundo, y que abran su corazón para crear un círculo de amigos mucho más grande. Lo cierto es que casi ningún matrimonio es ciento por ciento exitoso. ¡Algunos exageran diciendo que el noventa y nueve por ciento de las parejas no es feliz!
En realidad, muchas familias que, vistas desde afuera, parecen tenerlo todo, en realidad pasan bastantes problemas. Creo que fue el ensayista francés Montaigne el que dijo: “Hay apenas menos fastidio en el gobierno de una familia que en el de un país entero”.2

Endo: ¿Es sano que las parejas peleen?

Presidente Ikeda: ¡Bueno, tener energía suficiente para discutir puede ser visto como una señal de buena salud! Cuando dos personas que forman una relación tienen estados de vida semejantes, es natural que, de tanto en tanto, entren en alguna discusión. Por otro lado, si uno de los dos piensa que el otro es como un chico, que está con un berrinche y no sabe lo que hace, es probable que la discusión no llegue a mayores, porque los estados de vida de ambos son bastante diferentes. Sería fabuloso poder convivir alegremente, disfrutando la vida hasta el punto de tomar las ganas de pelear del compañero como señal de buena salud, y como prueba de que está “vivo y enérgico”. Cuando uno establece un estado de vida así de amplio, hasta la cacofonía de las críticas le parecen como un dulce trinar de aves.

Presidente Ikeda: De todas formas, lo importante es el amor, la benevolencia, la solidaridad. A partir de este sentimiento, lo único que cabe hacer [frente a una discusión] es sentarse juntos a hacer daimoku, con la mirada puesta en un noble ideal, y esforzarse por construir una felicidad verdadera. Hasta las personas casadas en algún momento fueron desconocidas entre sí. Así que, sin paciencia y esfuerzo por comprenderse, no es lógico ni probable que las cosas marchen bien. Para construir una vida juntos hace falta proteger el hogar, trabajar, educar a los hijos… Es decir que hacen falta paciencia y resistencia. La paciencia es indispensable para ser feliz. Hay muchos que sueñan con conocer la felicidad, sin tener que desarrollar paciencia. Pero esto es como un sueño. Y un sueño es sólo eso: ilusión. Sería como soñar con una vida fácil e infantil.
Creo que esta clase de ilusión es la que hace naufragar tantos matrimonios. La búsqueda de esta clase de felicidad sólo puede hacernos infelices. Lo importante es hacer el esfuerzo de construir serenamente algo juntos. De este empeño va surgiendo el amor. El amor verdadero es querer estar junto a la otra persona durante toda la eternidad. El matrimonio verdadero es cuando uno lleva veinticinco años viviendo con una persona, y siente un amor aún más profundo que cuando recién se conocieron. El amor se vuelve más profundo… Es un sentimiento que va mucho más allá de la simple afinidad o el rechazo.

Suda: Para ser feliz, entonces hay que tener paciencia. Este punto es algo clave.

Presidente Ikeda: La vida diaria se compone de realidades. Así que es necesario ganar dinero suficiente para mantener a la familia. Y en el caso de un hombre, es muy importante saber escuchar el punto de vista de la mujer. También es fundamental decirse cosas lindas, elogios y palabras estimulantes, cuando se está en el hogar. ¡No importa por qué motivo uno elogie a su pareja, mientras realmente lo haga! Nada se logra señalando los defectos del otro sin cesar. ¡Es una tontería actuar así!

Notas
1 Toda Josei Zenshu, vol. 2, pág. 283-284.
2 The Macmillan Book of Proverbs, Maxims and Famous Phrases, edit. por Burton Stevenson. Macmillan Publishing Company, Nueva York, 1948, pág. 757.