19.3.05

PERFIL DE UN LIDER HUMANISTA PARA EL SIGLO XXI

Por DIVISIÓN DE DAMAS DE S.I.G.V.
“Conveccion Latinoamericana De Mujeres Por La Paz”
Veracruz, México noviembre 2003



Buenos días...
Me siento muy feliz de estar con ustedes en esta ocasión tan especial. Quiero felicitar ampliamente a todas las organizadoras de este gran evento latinoamericano.

Reciban un cordial saludo de la División de Damas de la Soka Gakkai Internacional de Venezuela... Quisiera compartir con ustedes nuestras reflexiones sobre cuál es nuestra misión como líderes de este movimiento por la paz y qué hacer para llevar a cabo este liderazgo en nuestros respectivos países.

La necesidad de un cambio profundo en el destino de los seres humanos es inaplazable. La humanidad ha llegado a un punto crítico. Pero, al mismo tiempo, es justamente el momento preciso.

Se requiere llegar a los niveles más profundos de la conciencia humana para generar cambios trascendentales. Lo que está en juego es -de acuerdo a especialistas- incluso el propio género humano. Sin duda, el mundo necesita hoy de la sabiduría más extraordinaria.

El Budismo de Nichiren Daishonin, tal como se practica en la SGI, puede proporcionar la paz y felicidad que tanto necesitan los seres humanos. Restablecer la confianza y la seguridad, basado en la igualdad y la dignidad de la vida, con una larga historia de pacifismo y no violencia...

El siglo XXI fue una era de guerras, violencia y destrucción ambiental. Los historiadores identifican esa centuria como una época de gran desarrollo tecnológico y una época de gran deterioro espiritual, de devastación del mundo interior del ser humano. Millones de personas han perdido la vida en guerras mundiales y en conflictos regionales e internacionales.

En las naciones tecnológicamente más avanzadas hay una tendencia creciente al sufrimiento por causa de la drogadicción, las enfermedades mentales, el deterioro de la familia, la decadencia moral y la escalada de violencia doméstica y escolar. En las naciones menos desarrolladas el cuadro es más desolador.

Para formarnos una idea de los retos que tenemos por delante y de la magnitud del compromiso que tenemos, echemos un vistazo al panorama de América Latina: Conflictividad social y política, desempleo, deserción escolar; delincuencia, narcotráfico, guerrilla, terrorismo. Altas tasas de divorcio, que llevan a la desintegración de la familia.

De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo, en nuestra región hay la mayor desigualdad del mundo. El informe (1998/99) advierte que cuando sólo unos pocos pueden disfrutar del progreso económico, las tensiones desgarran el tejido social. Influyendo, por supuesto, en el deterioro del funcionamiento de la sociedad en general.

Más de 150 millones de latinoamericanos -cerca de 33% de la población- se encuentran por debajo de un nivel de ingresos de 2 dólares diarios, el mínimo necesario para cubrir las necesidades básicas de consumo.

En el caso de la mujer latinoamericana, si bien ha estado alcanzando niveles de educación semejantes a los hombres, no reciben la misma remuneración.

Ese es nuestro convulsionado escenario...

Hoy la sociedad parece un barco sin timón, sin una sólida filosofía ni principios que la guíen...
Las expectativas de la gente están centradas ahora en el siglo XXI, que suponen será diferente.
La SGI plantea a la sociedad del siglo XXI un liderazgo genuino, humanista, con el compromiso sólido de proteger la preciada trama de la vida cotidiana. No se trata de un mero idealismo.

¿Cuál es el perfil de ese líder humanista que puede generar los cambios para una convivencia armoniosa, creativa, sin distingos de raza, credo, status, o etnia? ¿Qué clases de esfuerzos cotidianos se demandan?

"El temperamento de un solo líder -decía Josei Toda, segundo presidente de la Soka Gakkai- determina la prosperidad o decadencia de una nación u organización. Un líder debe asumir esa tremenda responsabilidad. Por esta razón no existen personas más infelices que aquellas bajo el comando de un líder incapaz".


Como líderes es esencial:
Cultivar una fortaleza extraordinaria para no ser derrotados jamás por nada. Significa desarrollar una sólida fortaleza interior con una auténtica filosofía como cimiento espiritual, con una absoluta convicción. La fortaleza es la clave de la felicidad.
Sabiduría y mente aguda, para promover e impulsar las transformaciones que se requieren para construir la nueva sociedad basada en el humanismo.
Respeto supremo a la vida, a la dignidad y a la diversidad. Lo que implica ganarnos el corazón de la gente, su respeto y confianza, para que puedan vivir una vida de creación de valor. Significa entender con el corazón que el líder es responsable del crecimiento de la gente, lo cual impone la enorme tarea de estudiar más que nadie, esforzarse mucho más que cualquiera, convertirse en verdaderos valores humanos. Escuchar cuidadosamente lo que los demás tienen que decir y orar sinceramente por el bienestar de las personas.
Promover una ética de la coexistencia. Rasgo distintivo que se apoya más en el "nosotros" que en el "yo". Que busca la armonía y no el conflicto, la unidad y no la ruptura. Entender el bienestar individual como una contribución del bienestar de todos. Y cuando surjan posiciones irreconciliables, intervenir para conciliar desde la condición de vida más elevada y así infundir confianza para resolver las diferencias y unir.
La postura de vivir como maestro de uno mismo, con creatividad y vitalidad. Mantener el espíritu de aprender con vivo interés y curiosidad, para inspirar a los demás a seguirlos. Así, surgen y se expanden las nuevas ideas. Brota una chispeante energía para el avance.
Asumir con seriedad los problemas de la sociedad, como la pobreza y la exclusión social, el desarrollo económico, la salud, la educación.

El papel de la mujer es crucial en esta batalla. Uno se pregunta: ¿Cómo podemos las mujeres ejercer el tipo de liderazgo con tales características para impulsar cambios tan trascendentales?

El rol protagónico de las damas en todos los ámbitos posee un significado que llega hasta la misma raíz de la civilización humana, según plantea nuestro maestro Daisaku Ikeda, pues desde tiempos ancestrales la mujer ha demostrado una excepcional conciencia humana, la cual en esta época le permite asumir las grandes responsabilidades que implica un liderazgo humanista de este calibre.

Por eso, en la Soka Gakkai, las damas estamos empeñadas en desarrollar ese estado de conciencia elevado, mientras nos estamos forjando como valores humanos con una gran fortaleza espiritual, con capacidad de diálogo, tolerancia, convivencia, armonía, respeto a la diversidad humana... Permaneciendo fieles a nuestra convicción de que todos somos Budas y apoyando a otros para que despierten su gran potencial como seres humanos.

El mundo aguarda por la victoria del auténtico humanismo que tiene su raíz en el Budismo de Nichiren Daishonin, que establece la absoluta igualdad en el género humano, pues toda forma de vida contiene inherente el estado de budeidad.
Estamos en una intensa campaña de propagación, visitas familiares, profundizando en el estudio de la enseñanza. Nuestra meta es que el 100% de las personas se involucren activamente en el logro de este sueño tan maravilloso y que ¡¡¡ la victoria sea total!